Mientras
trotábamos por Boadilla hace unos días, unos amigos corredores y yo veníamos
hablando de las cosas que te dice la gente cuando averiguan que vas a hacer una
prueba de 100 km, o que te gusta entrenar por montaña haciendo tiradas largas,
de más de 30 o 40 kilómetros. Nadie te
dice nada cuando corres 45 minutos o una hora por un parque, al lado de tu
casa. Eso entra dentro de lo normal. Ir a Fitness,
Body Pump, Body training o cualquier otro Body
de moda en los gimnasios, también. Lo otro forma parte de una especie de locura
de la que eres acusado sistemáticamente bajo diversas formas.
Este sería, en
resumen, el ACUSARIO que unos y
otros corredores de fondo escuchamos a menudo:
Estás loco, se te ha ido la pinza: acusación de lo más normal, insulsa. La verdadera locura es
levantarse todos los días a la misma hora, hacer un trabajo que no te gusta,
llegar muerto a casa a dormir, para volver a empezar al día siguiente y todo
porque al final de mes, si no pagas la hipoteca, el banco te quita la casa
donde vives. Eso es locura. El mundo es un manicomio, en realidad.
Estás paranoico: esta es curiosa Si consideramos que corres
porque te sientes perseguido, es bastante certero, la verdad. Pero creo que no
es el caso de ninguno de los que conozco y entrenan conmigo. La Wikipedia hace
referencia a un componente de “acusado narcisismo, en individuos que se han visto expuestos a serias
frustraciones, hallándose
consecuentemente dotados de una baja autoestima”. Si tienes eso
tan complicado en la cabeza, yo creo que no se te mueven ni las piernas...
Eso que haces de correr es una huida de tus
problemas: ¡pero si no
tengo problemas! Bueno, los problemas los tengo cuando no salgo a correr, por
no liberar energía y sentirme como un
león enjaulado.
Estás recuperando una infancia o adolescencia que
no viviste: ¿conocéis a
algún chaval de 12 años que entrene larga distancia?
Te vas a estropear las articulaciones: este me hace gracia, sobre todo cuando me
lo dice un compañero con sobrepeso y el colesterol por las nubes.
Nosotros, por
nuestra parte también tenemos un EXCUSARIO,
para quitarnos de en medio las críticas cuando nos conviene:
Corro para estar en forma: falso, ¿quién dijo que era “sano” correr un
maratón?
Hay crisis y hay que hacer deporte. Al fin y al
cabo correr sale muy barato, solo necesitas unas zapatillas: falso, falsísimo. ¿Qué zapatillas? ¿trail, asfalto, las de pista para hacer
series? ¿con Gore Tex para el invierno? Todos tenemos varios pares. Las camisetas
técnicas, mejor. El algodón se empapa ¿Y el pulsómetro con GPS? Es útil. La
banda para el teléfono, la Camelbak, el cinturón de hidratación ¿Y qué me decís
de esos cortavientos que caben en un puño cerrado? ¿O el frontal? Es que en
invierno anochece muy pronto. ¿Las barritas o el gel de esa marca que nos gusta
tanto?
“Ligar”. La imagen del glamour: un
grupito en mallas, sudando y con cara de tener reventado el hígado...
sinceramente, no. Bueno, a lo mejor a alguien le ha funcionado.
Espíritu competitivo: muy discutible. La mayoría de la gente que conozco
(salvo alguna excepción) compite consigo mismo y no sólo en cuestiones tan
triviales como bajar de tiempo. Adquirir más técnica, disfrutar de la carrera,
explorar senderos nuevos... todo eso entra dentro de una idea de superación que
trasciende el cronómetro (sobre todo para mi, que soy lenta, lenta).
Leí hace poco en
un blog que la larga distancia no se busca, te encuentra ella a ti. Y creo que
es totalmente cierto. Exigir al cuerpo los esfuerzos enormes que esto conlleva
necesita de la participación de la mente en un porcentaje que a muchos
sorprendería. Cuántos corredores coinciden en decir que es tu cabeza la que
acaba un maratón o una prueba de ultrafondo. En esa lucha contra uno mismo,
contra la parte de ti que quiere parar y volver a casa, se ponen en juego
muchas cosas. No he conocido una actividad que suponga más introspección y
autoconocimiento que la carrera de larga distancia.
Entrenar la mente
para dominar tu cuerpo: lo que realmente “engancha” es la sensación de poder
que experimentas sobre ti mismo, creerte capaz de superar no sólo esa carrera,
sino los obstáculos que va a ponerte la vida, saber que puedes sacar partido
del sufrimiento máximo, cuando cada pisada es dolor, cuando la palabra NO
desaparece de tu mente y ni siquiera es una opción. Al llegar a ese punto solo
queda de ti lo esencial, tu “yo” más sincero. Lo de fuera ya no importa. El “mundo
real” con sus idas y venidas, los problemas, las discusiones... se ve
empequeñecido ante una actividad que en el fondo tiene dimensiones épicas,
aunque muchos piensen eso: que estamos locos, que es absurdo.
Cuando leía este
verano el relato de Herzog conquistando el Annapurna, me estremecí ante las
penalidades extremas que cuenta en el descenso de esa cumbre mítica. Después de
aquello nada volvió a ser igual en su vida. Por eso concluye que el alpinismo
es una forma de expresión. Yo también lo creo. Y por eso mismo creo que para quienes
nos planteamos correr cien kilómetros, también el ultrafondo es nuestra forma
de expresión. Va más allá de un simple deporte y se convierte en un modo de ver
la vida, que si de algo te sirve, entre otros aspectos, es para perder el miedo
a muchas cosas, para buscar tu ballena blanca, que diría Melville, a pesar de
que nunca la encontremos.
Para decirte cada mañana, día a día, cuando te despiertas: “voy
a poder”.
Bueno, yo si que a veces salgo disparado del trabajo a entrenar como si estuviese huyendo de algo. No es solamente correr, es también huir. Escenifico el ritual de ponerme en los servicios del trabajo las mallas y la camiseta técnica debajo de la ropa de oficina, y al salir el buscar un lugar discreto donde guardar los pantalones, la camisa y los zapatos en la mochila de trail y alejarme de la rutina diaria a mi ritmo de trotón diesel.
ResponderEliminarHuir no solamente no es de cobardes, es una estrategia inteligente la de alejarse y rápido de aquello que es dañino.
Visto así, ciertamente huimos de lo dañino, tienes razón
EliminarMuy bueno Katia, el mejor "Eso que haces de correr es una huida de tus problemas", y huyes corriendo, lo más rápido y lo más ecológico, normal.
ResponderEliminarTe recuerdo que PODEMOS!
Por cierto la opción soy un yonkie no la veo, ¿"ande" anda?
Es verdad, he olvidado lo del yonqui, o estás adicta... es que esas acusaciones me parecen ya muy fuertes.
ResponderEliminarHola Katia, aquí otro "zumbao" que sale mañana con vosotros a hacer la Madrid-Segovia, ya te habrá contado @jonteller las risas que nos hemos pasado por medio.
ResponderEliminarUn saludoT
Gracias Juan, eres un espartano. Te has equivocado de época...
EliminarBueno, ya nos contarás tranquilamente tu experiencia. Te vi muy fuerte y me encantó charlar contigo. Ahora, a procesar las sensaciones y ver la siguiente meta (en la vida).
EliminarSí, un tal Anton Krupicka corrió su primera maratón a los 12 años… Pero, la verdad, este caso no cuenta :D
ResponderEliminarPues claro que eso no vale, Commedia... me refiero al común de los mortales, no a los extraterrestres
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